Posted by : Alberto Fernández agosto 14, 2014

Lo vuelvo a repetir por si alguien cree que ha sido un error, no busques al más apto para tu empresa, no es lo que necesitas. Si, ya sé que parece una locura y que es posible que de permanecer en mis trece, consideres que no soy merecedor de un segundo más de tu tiempo, pero dame una pequeña oportunidad e intentaré que desaprendas que lo apto es lo más adecuado a la hora de buscar profesionales.

La aptitud es una dimensión más del TALENTO, cuya otra pata es la actitud. La aptitud es la cualidad de que algo sea apto, que es definido por la RAE como:
(Del lat. aptus).
1. adj. Idóneo, hábil, a propósito para hacer algo.

Básicamente es una persona que ante una tarea determinada, tiene los recursos necesarios para llevarla a cabo. Pensemos por ejemplo en un gran cirujano cuyas manos jamás tiemblan, que casi no suda, cuya vista es la de un águila y que parece tocado con una barita mágica en el conocimiento del cuerpo humano. De entrada, cualquier quirófano del mundo desearía contar con sus servicios.

Como he mencionado, la segunda dimensión del talento es la actitud,  la cualidad de acto, que la RAE define como:
(Del lat. actus).
6. m. Concentración del ánimo en un sentimiento o disposición.
Nos estamos refiriendo por tanto a como pone en práctica lo apto que es alguien en su entorno. Volviendo a nuestro ejemplo del gran cirujano, sería el como realiza su labor en el quirófano. Pues bien, imaginemos que su personalidad es conflictiva, altiva, poco comunicativa, nada pro-activa, egocéntrica, controladora, manipuladora.  Quizás ahora, ya deberíamos pensarnos dos veces el contratarlo para nuestro hospital.

Este ejemplo se visualiza mejor si conocen al personaje televiso Dr. House, un médico cuyas capacidades intelectuales lo ponen entre el mejor de los mejores, pero cuya personalidad y actitud suponen un problema constante entre los miembros del equipo del hospital en el que trabaja llegando incluso, en algunas ocasiones, a suponer una amenaza a la propia integridad y estabilidad del centro sanitario. Ahora bien, las autoridades directivas del hospital deciden soportar su actitud debido a lo virtuoso de su aptitud.

Lo malo es que aptitudes del nivel del Dr. House son muy poco frecuentes. Hay grandes músicos y grandes cantantes de ópera, pero muy pocos tendrán la virtud de un Mozart o una María Callas, a los cuales casi se les perdonaba su actitud tan poco adecuada. El resto, la mayoría de los profesionales que forman parte del mercado laboral, no tenemos ese don que hace genios a esas personas y por tanto, nuestra aptitud no es nada fuera de serie.

El profesional de los recursos humanos, departamento que yo personalmente prefiero llamar Gestión del Talento, tiene ante si una difícil tarea pues es muy complicado conocer hasta un nivel de confianza significativo, la idoneidad de un candidato a un puesto. Por lo general, suelen primarse los conocimientos intelectuales, es decir, la aptitud, ya que es más fácil analizar esa dimensión del talento que la actitud. Sin embargo, ese es un error garrafal, pues están olvidándose de entrada, de la otra gran pata del talento que es la actitud. Pero además, ignoran o parecen ignorar los efectos que una personalidad tóxica pueden suponer un auténtico debacle para la empresa.

Lo ideal sería encontrar un equilibro entre aptitud y actitud, es decir, candidatos con talento. Sin embargo, ante la decisión entre elegir aquel profesional con mayor aptitud y menor actitud, deberíamos optar por lo contrario, es decir, preferir al que posea mayor actitud y menor aptitud, ya que ésta última puede adquirirse de forma más fácil y menos problemática que la actitud. El cambio de actitud, que es posible, exige de entrada que la persona quiera cambiar, con toda la problemática que ello supone. Pero pocos candidatos se mostrarán reacios de entrada, a adquirir nuevos conocimientos. La primera opción es más barata ya que supone un ahorro en costes de formación, pero es una mirada en el corto plazo; la segunda opción implica formación y tiempo de espera para la aportación de valor por parte del empleado, pero es una estrategia a largo plazo cuyos beneficios superan a la primera en mucho.

Llegados este punto, busca el talento para tu empresa, y en caso en que dudes entre la aptitud y la actitud, decide de forma inteligente y escoge la segunda. Repito, no busques al más apto para tu empresa, busca al más talentoso y en su defecto, al más acto.

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