Posted by : Alberto Fernández agosto 08, 2014

Aquellos que hemos dedicado parte de nuestra vida profesional en proyectos y su gestión, hemos sufrido lo que ello significa: descontrol, falta de coordinación, falta de comunicación, enfados, cientos de horas perdidas en arreglar lo que supuestamente ya estaba bien, demoras, retrasos, más horas y horas que parecen insuficientes para terminar el proyecto y un largo etcétera.

A nivel personal creo que las soluciones que se han intentando dar a estos problemas han sido de dos tipos:

  1. la solución sadomasoquista: lo que un proyecto necesita es capacidad de sacrificio, entrega y más y más horas de dedicación y esfuerzo.
  2. soluciones basadas en los procesos y la documentación: lo que falla de los proyectos es su planificación, la definición clara de sus procesos, la correcta documentación de los mismos y una mejor previsión de los problemas, fallos y cuellos de botella.
En el anterior artículo hablamos del cambio que se ha producido en el entorno en el que deben competir las empresas, un entorno que hemos caracterizado como caótico y del cual surgen una serie de respuestas entre las que se encontraba convertirse en una empresa ágil.

¿Qué se entiende por una empresa ágil? Por lo general, se entiende por empresa ágil, aquella que está formada por equipos ágiles y que han asimilado una metodología de trabajo que han venido en llamarse metodologías ágiles. Sin embargo, a esta definición le falta que la filosofía organizativa de la empresa debe ser pro-ágil, es decir, de nada vale que se intente crear equipos ágiles trabajando con una metodología ágil si luego, la estructura organizacional y de management de la compañía sigue siento totalmente tradicional.

El manifiesto ágil que los líderes y directivos de las empresas deben asumir para dar el primer paso de convertir a su organización en un ente ágil son:

  1. Centra tu atención y prima a los miembros del equipo y sus interacciones frente al proceso y las herramientas.
  2. Desarrolla un producto o servicio que funcione más que documentar todos los pasos que llevan a ello.
  3. Busca en el cliente a un partner o colaborador antes que un simple contrato.
  4. Mantén tu mente abierta a los cambios y responde a ellos antes que seguir un plan a rajatabla.

Quizás uno de los mayores inconvenientes que tiene la asunción de una filosofía organizativa de este tipo es la sensación, más que cierta por otro lado, de la pérdida de control por parte de los directivos. Al asumir como equipos de trabajo aquellos que se gestionan de manera auto-organizada, no puede existir la figura de un jefe o líder tradicional que diga en todo momento cómo se hacen las cosas y para cuándo.

Un entorno de trabajo ágil entiende que cada uno de los individuos que lo integran tiene una forma distinta de alcanzar los fines marcados, por lo tanto, lo que la dirección debe marcar no son tanto las pautas de como se tiene que llegar al mencionado fin, sino establecer las reglas mínimas de comportamiento y la meta que se espera que logren, dejando autonomía e independencia en el uso de los medios para lograrlo. Los miembros de un equipo ágil deben poseer lo que yo denomino el trío de cualidades ARA:

  1. Autónomo: la capacidad de trabajar sin la necesidad constante de órdenes y directrices.
  2. Responsable: asumir una actitud pro-activa y asertiva orientada a hacer propios los objetivos del proyecto y su consecución, aceptado las consecuencias que de su trabajo se deriven.
  3. Adaptable: atento a los cambios y con capacidad de cambio para responder a las posibles necesidades cambiantes bien del entorno, el proyecto o el cliente.

¿Estamos preparados en España para asumir esta nueva filosofía organizativa y los nuevos roles que supone? Vosotros qué opináis.

{ 2 comentarios... read them below or Comment }

  1. Bueno, aunque siga siendo un milagro encontrar ese tipo de mentalidad en una organización española (normalmente se tratará de un directivo internacional, de nacionalidad española o extranjera), algunos casos se van viendo ya. Mmm, déjame hacer memoria Alberto de cuándo fue la última vez que conocí a uno..., vaya, pues no me acuerdo ahora...

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    1. Gracias por su comentario Daniel. Un poco de esperanza, luz y sobre todo, ganas de aprender y mejorar y seguro que conseguimos que las cosas cambien. El talento también se da en España si le dejan florecer.

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